Monterrey
Más cálida que calurosa es esta ciudad, donde el ritual de la carne asada dominical, no es solo el pretexto para comer algo rico, sino para reencontrarse. En el poema Sol de Monterrey, Alfonso Reyes describe los días como momentos donde la luz entraba por todos lados, dando rienda para imaginar por qué a los regios los 45 grados no les hacen nada; “Yo no conocí en mi infancia sombra, sino resolana. Cada ventana era sol, cada cuarto era ventanas”, expresaba el poeta oriundo de aquellas tierras.